En los últimos tiempos he leído un buen número de posts en blogs, artículos de prensa, etc, acerca de lo terrible y dramático que es ser autónomo en España. Artículos, que sin faltar a la verdad, relatan lo negativo de una realidad que yo mismo vivo cada día. Es verdad que vivimos un boom del “emprendimiento”, lo que implica hacerse autónomo como uno de sus pasos, y no todo el mundo está preparado para esa realidad y status administrativo, las cosas como son. Sobre todo aquellas personas que creen que todo son derechos y pocas las obligaciones.
Bienvenido al mundo de la autogestión y del caminar por el alambre, el mundo del autónomo.
Hace ya algún tiempo, en twitter, no recuerdo a santo de qué, dije “algún día escribiré un artículo en el blog rompiendo esta tónica. Yo soy autónomo, y me gusta serlo”, y aquí estoy, dispuesto a cumplir mi palabra y, de paso, darle vida al blog, que llevaba una buena temporada abandonado, y eso no puede ser.
De inicio me gustaría comenzar haciendo un breve resumen de mi recorrido profesional, porque siempre he creído importante opinar con criterio y creo que sobre este tema puedo hacerlo ahora, ¿por qué? Básicamente porque he estado durante un periodo de tiempo consistente en los dos grandes lados del mercado laboral: empleado por cuenta ajena y autónomo, y también he visitado otras zonas de alto riesgo, como ser emprendedor (sic!) o invertir en la compra de acciones de una S.A., por ejemplo, entre otras experiencias laborales y empresariales.
Empezaré diciendo que entré en contacto con el mercado laboral (legalmente) a los 16 años. Mi primer contrato fue con permiso paterno (necesario si quieres trabajar entre los 16 y 18 años de forma legal sin estar emancipado). ¿Cual era mi empleo? Camarero de verano, con el objetivo único de conseguir el suficiente dinero para poder comprarme mi primera guitarra eléctrica, convertirme en una rockstar y conquistar el mundo a golpe de guitarrazos y seducir a miles de chicas. De todo esto conseguí el primer punto.
He sido trabajador por cuenta ajena durante más de 10 años, he sido autónomo durante más de 5 años, he participado legalmente (figurando en sus escrituras, etc), hasta la fecha, en 6 sociedades / empresas directamente de una forma u otra (socio, inversor, etc). Hoy tengo 40 años y creo que ya tengo un criterio formado y, sobre todo, una experiencia lo bastante extensa, como para poder opinar sobre este asunto con cierto nivel de credibilidad, con permiso de ustedes, sin pretender nada más que dar una opinión con cierto nivel de cualificación. Ni mejor ni peor que otras. La mía.
Yo comencé mi carrera profesional, como mucha gente, siendo un trabajador por cuenta ajena. Ser un autónomo no entraba en mis planes. Ni sabía lo que era eso, aunque había oido hablar de ello.
En ese momento, mi corriente de pensamiento era, lógicamente, la de un trabajador por cuenta ajena, con unos cuantos tópicos sobre el mundo laboral, encabezados por los siguientes:
- El empresario es un ser malvado que se hincha a ganar dinero a costa de mi esfuerzo y de mi sudor, pagándome una miseria.
- Yo sabría gestionar esta empresa mucho mejor de lo que la gestionan los supuestos responsables de la misma.
- Tengo compañeros que no saben hacer la o con un canuto pero cobran como yo o más, y no es justo.
Sobre los autónomos, mi opinión se centraba más o menos en torno a estas 2 grandes líneas:
- Los autónomos pueden gestionar su tiempo como quieran y viven como unos señores.
- Ser autónomo es un chollo porque eres tu propio jefe y nadie te dice lo que debes hacer.
Lógicamente era un ignorante profundo, lleno de prejuicios y creyendo saber, como tantas otras cosas en la vida, sobre materias que nunca había vivido en mi propia piel.
Con el paso de los años, y aún siendo empleado por cuenta ajena, participé en la creación de un par de sociedades, con lo cual me convertí, técnicamente, en empresario (al menos, parcialmente), y ello implicó entender (o intentar hacerlo) las mecánicas más básicas de ingresos, gastos y gestión en una empresa. Además, como trabajador, por responsabilidad de mi puesto de trabajo, tuve que hacerme cargo de la gestión de un presupuesto anual que oscilaba entre los 750.000 y los 1.500.000 euros y de la dirección y gestión de un equipo que llegó a tener cerca de 40 personas, y algunos de mis prejuicios y de mis esquemas mentales fueron cambiando, porque como todo en la vida, ver los toros desde la barrera es una cosa y bajar al ruedo a torearlos es otra bien distinta. Y al hacer las dos cosas empiezas a entender de que va todo, realmente, y de que las cosas rara vez son blancas o negras, sino que tienden siempre a distintas tonalidades de gris.
Mi siguiente paso fue convertirme en autónomo y experimentar en primera persona todo lo que rodea a este status administrativo tan divertido y fascinante.
Como buen autónomo, empecé a darme cuenta de verdad de cosas que había oído pero que ahora experimentaba, como por ejemplo:
- Pagar una cuota mensual por trabajar que es como mínimo de 250 € / mes, hayas ingresado algo o no. A día de hoy yo pago 316 € / mes por ser autónomo societario. Y los pago tenga o no tenga ingresos.
- Vivir con la incertidumbre, mes tras mes, de si vas a cobrar o no (y cuando), aquello que has facturado, y por lo que has pagado el correspondiente IVA cuando toca, lo hayas cobrado o no. Por ejemplo, en los 6 primeros meses de vida de Flat 101, mis socios y yo cobramos la increible cantidad de CERO euros, pero ya teníamos gastos: alquileres, impuestos, viajes, etc.
- Lidiar con la administración, desde la presentación del IVA a cualquier otro trámite. Divertidísimo. La administración es como Freddie Krueger: en tu sueño más dulce, en tu mejor momento, puede aparecer y destrozarte. Mala, mala , mala.
- Aprender a captar y gestionar a tus clientes, algo muy fácil en teoría pero complicadísimo en la práctica. Cuando estás en una empresa y eres un trabajador tiendes a despreciar el trabajo comercial, salvo que seas comercial, y te parece facilísimo atraer clientes… ay amigo, ya verás que risa cuando te toque hacerlo a ti.
- Encontrar tu hueco en el mercado, ¿qué hago yo que no hagan otros que se dedican a lo mismo que yo? La gran pregunta y la primera gran decisión, ¿especialista, servicios genéricos, ninja, alquimista, qué quieres ser de mayor?
Y claro, ya no me parecía tan guay ser autónomo, porque el volumen de preocupaciones, responsabilidad y cargas de todo tipo no lo convierte precisamente en una opción para para todos los públicos. En resumen, la condición de autónomo es la de un pistolero solitario que debe enfrentarse a un buen número de enemigos, y solo saldrá airoso si es capaz de gestionar todos sus recursos de manera ejemplar.
Y entonces ricé el rizo y además de autónomo me hice empresario con todas las de la ley, lo que implica que adquieras una nueva visión sobre los siguientes temas capitales:
- Captación y contratación de trabajadores. De verdad que los que no estais en esto no teneis ni puta idea, con todo el respeto, de lo que cuesta encontrar y contratar gente válida, mínimamente normal, y la cantidad de tiempo y esfuerzo que hay que poner en ello.
- Gestión de las finanzas de una empresa. Aprender lo más básico es fundamental para, por lo menos, entender el día a día de tus números, porque como no lo hagas, el día menos pensado te darás una hostia de la que nunca te levantaras.
- Estrategia y operativa de una empresa, si es que quieres que sobreviva, claro. Está muy bien vender VHS hoy, pero tenemos que pensar en pasado mañana y en el mes que viene. El que vendía VHS hace años y se forró, ahora estará en la quiebra si no se preocupó de mirar hacia donde iban consumidores y mercado.
- Fidelización del equipo, orgullo de pertenencia, crear una marca y un estilo. No se trata solo de hacer cosas, se trata de como se hacen las cosas, con quien, de crear un equipo, mantenerlo, mimarlo, cuidarlo y que sientan lo que son, lo más importante de la empresa.
- El trato con la administración, a un nivel de pesadilla mayor que el de ser autónomo. No tengo palabras ni comentarios sobre este tema, porque me sangran los tímpanos si empiezo.
Y hoy en día, con todo esto a mis espaldas, como muchos otros miles de españoles en mi misma situación, puedo afirmar y decir que soy autónomo, que estoy muy orgulloso de serlo, y que además me gusta, ¿qué por qué?, ¿cómo es eso posible después de todo lo que nos acabas de contar? Muy sencillo. Con la perspectiva que da el tiempo, le doy valor a estas cosas:
- Yo gestiono mi tiempo. Esto implica una dosis grande de responsabilidad. Se trabaja por objetivos. Si hay que trabajar en domingo, se trabaja, si hay que trabajar en Navidad, se trabaja, si hay que interrumpir vacaciones, se interrumpen. Pero el tiempo que dedicas, cuando y como, lo decides tú. No hay horario, para lo bueno y para lo malo.
- Yo decido como hago las cosas. Creo que lo más importante, sin duda. Ser autónomo o empresario te da la oportunidad de definir como quieres hacer las cosas, crear un estilo propio, tanto en la forma de ejecutar un proyecto, como en la forma de gestionar un equipo o crear una marca e imagen de empresa.
- Yo soy responsable de diseñar mi propio futuro. Pensar en el hoy está muy bien, pero siempre hay que pensar en mañana, y también en la semana que viene, y definir que quieres ser y como quieres ser. Tú lo decides.
- Yo me lo guiso y yo me lo como. Tal cual.
Es decir, estos 4 pilares, y el como me hacen sentir como profesional y persona son los que de verdad hacen que me guste ser autónomo y haber creado una empresa como Flat 101 a día de hoy, pese a la inmensa carga administrativa que todo esto implica, pese a lo que suponen los impuestos y pese a los miles de impedimentos que hay en el día a día que en ocasiones te desaniman hasta el extremo. Los pros, para mi, pesan mucho más que los contras.
Seguramente algunos, al leer esto, creáis que escribo esta opinión porque me va de cine, y nunca he tenido problemas y todo ha sido rosa y no he conocido el lado oscuro de ser autónomo. Nada más lejos de la realidad. Ya he mencionado antes alguna pincelada y tengo historias abundantes sobre cobros que nunca llegaron, procesos judiciales por impagos, inspecciones de hacienda, pufos varios, meses sin ingresar, incertidumbre de si podrás pagas o no, etc, etc, etc. Si no he escrito antes sobre esto era precisamente por hacerlo después de haber vivido las dos caras de la moneda y poder valorar si el recorrido vale o no la pena.
La realidad, la dura realidad, si te vas a meter en esto (en base a los relatos de los muchos autónomos como yo que conozco), es que en muchos casos, sobrevivirás en un formato de autoempleo con cierta estabilidad si eres bueno en lo que haces o si tienes muy buenas habilidades comerciales (si eres bueno y vendes bien, tienes un camino de oro delante tuyo); en muchos otros casos, descubrirás que esto de gestionar la incertidumbre de tus ingresos y tus clientes no es lo tuyo y volverás al confort de la empresa, esa que antes despreciabas mucho y ahora comprendes muy bien y amas tras tu experiencia (horrorosa) de autónomo; y en algunos casos, el autónomo será solo el primer paso de una carrera profesional más extensa.
Como casi todas las cosas de la vida, ser autónomo no es ni bueno ni malo, es una condición muy particular, no apta para todo tipo de personas, que tiene luces y sombras. Es un terreno sobre el que opinar sin haber sido autónomo en primera persona es, como en tantas otras materias, un ejercicio de ignorancia.
No voy a poner la típica lista de las cosas que uno debe tener como cualidades para ser autónomo y no morir en el intento. Cada uno somos un mundo y sería un tanto pretencioso. Eso sí, hay una serie de elementos básicos, como por ejemplo saber vivir con la incertidumbre, no temer al riesgo y ser capaz de analizar y decidir con un buen criterio. En mi opinión si te falta algo de esto vas a sufrir como autónomo. Y no olvidemos, a la hora de escribir amargos post sobre ser autónomo, que nadie nos obliga a serlo. Si algún día mi situación me harta o me supera, volveré a ser un trabajador por cuenta ajena, si alguna empresa me contrata, y seguiré con mi vida, tan feliz, despreocupándome de muchas cosas y preocupándome por tantas otras.
Soy autónomo. Me gusta serlo y espero seguir siéndolo muchos años, pese a la administración, los impuestos, y tantas otras cosas que son el lado negativo de esta condición. Soy autónomo y estoy orgulloso de ello, de ganarme la vida con mis reglas y con mi estilo, aunque a veces tenga que tragar bilis, sapos y culebras, ¿y ustedes?
Tags: autonomo, emprendedor, empresa, empresario, impuestos, IVA
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Trackback from Bitacoras.com on 24 agosto 2016 at 20:40
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Saludos, señor! 🙂
Buen artículo, me gusta ver la opinión de otros autónomos sobre éste tema.
La verdad es que al final se ven que los mayores problemas son los mismos para todos: la administración que no perdona, y como afrontar los gastos y los impagos.
Sobre todo ésto podríamos escribir libros de terror que ni el mismo Stephen King podría llegar a imaginar. -
Leyendo tu post y analizando casos de otros emprendedores de mi entorno asevero que para ser autónomo tienes que tener cierto “apego a la épica” pues si te pones a analizar fríamente lo que significa pasarte al Club del “hazmelo con factura” nos quedaríamos todos con lo malo y ATPC la bicicleta, que reme otro. La excel desanima a muchos (y para eso está). Los que nos quedamos ciertamente, o somos buenos o morimos… afortunadamente a medio plazo “el horror estimula el apetito” y nos crecen los colmillos.
Son los tiempos modernos. Los nuevos héroes ya no invaden países, hacen planes de empresa; ya no combaten con espadas en la arena, lo hacen contra Montoro cada trimestre IVA en ristre. Y si no tienes la capacidad de disfrutarlo… game over.
Muy buen artículo.
PD: Siempre nos quedará el Makro 😀
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Hola Ricardo:
soy uno de esos autónomos que se quejan de cosas como, por ejemplo, que me venga una inspección de la Seguridad Social y se queden alucinados porque trabajo en casa en zapatillas…
Dicho eso, soy freelance desde 2006 y actualmente empresario con una trabajadora a mi cargo.
Pago un dineral en impuestos y cuotas, tengo que gestionarme las liquidaciones con herramientas online de Hacienda y la Seguridad Social horriblemente diseñadas y si me olvido de presentar alguna, aunque sea de importe 0, me llega una de esas famosas cartas negras con una sanción y la obligación de presentarme en la administración de turno a perder la mañana…
Aún así, estoy encantado de trabajar por mi cuenta y no podría volver a trabajar para otros.
Solo me gustaría que la administración nos pusiera las cosas un poco más fáciles, como ocurre en otros países, donde se mima a los autónomos y no se les explota con cuotas abusivas.
Un abrazo y felicidades por tu interesante página.
Saludos,
Roger
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