Desde hace no demasiado tiempo el concepto de conversión en lo relativo a sitios y negocios web se ha venido popularizando cada vez más y más, convirtiéndose paulatinamente en EL OBJETIVO, así con todo en mayúsculas. El objetivo principal es conversión, y todo lo demás es secundario.
Esto ha redundado en que muchos responsables de negocio de sitios web desarrollen una casi enfermiza obsesión por la conversión
La conversión es, a fin de cuentas, el resultado final de un proceso bastante largo que puede resumirse en que tu cliente queda convencido por la oferta que le expones en tu sitio web y finalmente decide ejecutar la acción que es tu objetivo principal, la tan ansiada y deseada conversión, pudiendo ser ésta una compra, una descarga, un lead, etc. La popularización de la conversión ha significado también la popularización masiva del embudo de conversión, que a día de hoy es el gráfico favorito de muchos sitios web que se juegan los cuartos en la optimización, y, sí, en sus tasas de conversión.
El problema empieza cuando toda la optimización de un sitio web se centra casi única y exclusivamente en mejorar el ratio de conversión, y éste es el horizonte que marca el éxito. Lo que sucede, contrariamente a lo que pudiera parecer, es que esa obsesión insana por conseguir mayores ratios de conversión, lleva a centrar la optimización de un sitio web en torno al embudo de conversión, y nos olvidamos de todo lo demás. La conversión es mi nuevo Dios y haré todo pensando en ella, lo demás es irrelevante.
¿Y qué es lo que puede suceder? Sigue leyendo »